16 noviembre 2007

Erase una vez...

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Es sorprendente como el ser humano necesita siempre valerse de historias, cuentos o relatos que enriquezcan su vida...tan desprovista, en ocasiones, de aventuras y de anécdotas que compartir. Sin estos improvisados encuentros con la ficción, nuestras vidas estarían vacías de contenidos. Las películas, los libros o incluso las canciones que escuchamos son, a fin de cuentas, las vivencias que otras personas han tenido y en las que nuestro más puro inconsciente quiere de alguna manera verse reflejado.


¿Quien no ha salido de la sala de un cine creyendo ser un engreido detective o un sagaz y aventurero cowboy del Oeste americano?, ¿Quien no ha querido alguna vez convertirse en el simpático y atractivo protagonista de un best seller? o ¿Quien nunca se ha puesto delante del espejo a cantar, con un cepillo en mano a modo de micrófono, sitiéndose como la más excentrica estrella del rock del momento?.

Necesitamos de la fantasía tanto como el comer todos los días. La ficción es en parte un caleidoscopio que utilizamos siempre que queremos ver como sería nuestra vida atavíada de miles de colorines y figuras exóticas que provocasen en nuestro interior las sensaciones más intensas y extravagantes. Así es, en definitiva, como nos expresamos, o mejor dicho, desde donde nos observamos a nosotros mismos: a través de las historias que otros nos cuentan.

El imaginario colectivo nos brinda cientos de ejemplos en este sentido: la película de nuestra vida que se proyecta, en emisión privada, un segundo antes de morir; los recuerdos, exageradamente maquillados y adaptados, que guardamos de los mejores momentos que hemos pasado; la creencia ferrea e inalterable de que los Reyes Magos siguen llegando por la chimenea a nuestras casas a pesar de que hallamos sido malos; o la infatigable obsesión de recibir un flechazo certero al corazón del amor verdadero el día menos pensado etc.

En fin, historias y más historias que hablan de nosotros, de nuestras vidas, de nuestros sueños...historias reales o inventadas, verdaderas o falsas, bonitas o feas...pero que hacen que todo tenga más sentido y que sonríamos más de lo estrictamente estipulado con la realidad que nos rodea.

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