13 noviembre 2007

El "clic" de la memoria

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Congelar el instante preciso en el que ocurren ciertos momentos de la vida es un sueño casi imposible de concevir para el hombre si no fuese por un invento que cambio el mundo: la fotografía. Al fin el segundo podría ser eterno y esquivo al devenir de las horas. El milagro se había convertido en realidad con solo apretar un botón.


Desde la llegada de las primeras fotografías en el siglo XIX, la frágil memoria del hombre ha tenido en la cámara fotográfica a un fiel escudero capaz de retener para siempre las imágenes que de no ser por tan extraordinario portento se hubieran perdido irremediablemente en el fondo de nuestras retinas.

La imitación aparente de la realidad por medio de la luz fue vista en un primer momento como un milagro, ya que significaba la realización de un antiguo deseo: reproducir un mundo creíble. Esta imagen, reflejo del mundo real químicamente grabada en papel, fue creada en una caja milagrosa
llamada cámara oscura, dando como resultado imágenes que forman parte de la memoria del tiempo y el espacio, recreando situaciones pasadas y guardando para siempre reminiscencias de cualquier sentimiento.

A lo largo del tiempo la fotografía y todos los componentes que dan lugar a tan dichoso fin han ido evolucionando pasando de la ya mencionada cámara oscura a la digitalización de hoy en día. En todo este tiempo las etapas que ha atravesado el proceso fotográfico se dividen en dos bloques fundamentales: la fotografía analógica y la fotografía digital.

Por un lado la fotografía analógica, constituye un proceso totalmente artesanal que encierra la verdadera magia de la fotografía, el instante preciso. El fotógrafo elegía el instante preciso en el que apretar el disparador de su cámara para captar en una fracción de segundo una imagen irrepetible y por lo tanto extraordinaria. Millones de factores influyen en el resultado final. La luz, las sombras, el movimiento, el espacio o el tiempo se convierten por un momento en aliados o en enemigos del artista ante su fugaz creación. La unión en un solo gesto, en un solo clic, de tantas variantes, constituye la maravilla de un único resultado, la imagen más real de lo artificial.

Por otro lado la fotografía digital, representa la esencia de la evolución. La digitalización aporta numerosas ventajas difícil de cuestionar que no encuentran comparación con la fotografía analógica. La posibilidad de corregir errores, hacen posible lo imposible dentro de una imagen.

La concepción plástica y compositiva de cualquier imagen son una realidad en la fotografía digital, pero el instante preciso, la naturalidad y la magia de lo irrepetible son solo una quimera al alcance del ya denostado procedimiento analógico.

Contraponemos pues, la magia a la perfección, el arte al artificio o lo artesanal a lo funcional. Pero sea cual fuere el proceso seguido para alcanzar el fin último de la fotografía, analógico o digital, el milagro vuelve a ocurrir una y otra vez.
Las imágenes, los recuerdos, los sentimientos y emociones fijados para siempre y alejados de la fragilidad de la memoria humana, forman parte de este milagro que a pesar del paso del tiempo y de la evolución de sus medios llegan siempre a un mismo fin a través de un simple pero extraordinario gesto: el clic de la memoria.


Artículo publicado en el periódico universitario El Relevo de la Facultad de Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid).

Diciembre 2006

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