GASTRONOMÍA GALLEGA-
Dicen propios y extraños que comer es un placer, y mucho no se equivocan si de la que hablamos es de la cocina gallega. Cierto es que por otro lado algunos no comen para vivir si no que únicamente viven para comer. Sea pues por gula o por placer de esto que llaman “el buen comer” los gallegos son verdaderos ilustrados con los fogones.
Tradición y productos de la mejor calidad son en parte la mitad del secreto de una cocina que cada vez tiene más comensales a su mesa. ¿Y la otra mitad? se preguntarán. La otra mitad, como es costumbre en estas tierras, la ponen las “meigas” porque ya se sabe lo que dicen “habelas hailas”.
La calidad de las materias primas que se utilizan en la elaboración de cada plato es el ingrediente esencial que nunca falta en la dieta gallega. Mucho tiene que ver en ello el incomparable marco natural en el que se encuadra Galicia que sirve como el caldo de cultivo ideal para que tanto los productos del mar como los que se obtienen de la agricultura y la ganadería consigan agradar a los paladares más exquisitos y a los estómagos más exigentes.
“Queso de tetilla”, famoso en todo el país por su silueta picarona pero no menos por su intenso y cremoso sabor; “Empanada gallega”, producto típico donde los halla; “Pimientos de Padrón” fieles al grito que los hizo grandes “unhos pican e outros non”; “Lacón con grelos” curiosa mezcla de la mejor carne de cerdo con los brotes más tiernos de las hortalizas de la huerta gallega; “Pulpo con cachelos” sin duda la mejor interpretación de cómo se debe preparar este manjar en su punto de sal. Estos son solo algunos de los platos más reconocidos de la cocina gallega. No en vano son ellos quienes ponen en alza el dicho aquel de “Galicia Calidade”.
Una innumerable retahíla de mariscos como las nécoras o los percebes, vinos bien reconocidos en todo el territorio español como los Albariños o los Ribeiros y una deliciosa repostería compuesta entre otros dulces por las filloas (tortas), los melindres o la compostelana “Tarta de Santiago” completan una gastronomía de alta alcurnia capaz de hacer las delicias de cualquier buen comedor. Y que me dicen del auténtico “orujo de Galicia”, que mejor condimento puede haber para facilitar las arduas labores de la digestión tras una opulenta comida, que una buena “queimada” que ahuyente a los malos augurios de la Santa Compaña entonando conjuros inolvidables que rezan aquello de “Mouchos, curuxas, sapos e bruxas…”.
Este es así, groso modo, un pequeño trazo en el amplio lienzo de la cocina gallega. Pero no solo estos manjares se relegan a aquel pequeño rincón del noroeste peninsular sino que también en el cosmopolita Madrid hay lugar para la degustación del sabor más peculiar de las artes culinarias “galegas”. Buena muestra de ellos son el “Restaurante María Pita” situado en la C/ Orense Nº 70 que tiene como especialidad la preparación de mariscos o el “Restaurante A´Trapallada” ubicado en el Paseo de las Acacias Nº 12, con una amplia represtación en sus cartas de todos los productos gallegos. “Mesón das Meigas”, “Restaurante Orixe” o “Anduriña” son junto a ellos, solo algunos de los muchos mesones y restaurantes madrileños en donde la cocina gallega vuelve una vez más a reinventarse a si misma.
En definitiva ya sea por gula o por placer, comer y comer bien no deja de ser un festival de sensaciones para los cinco sentidos. Bo proveito.
Tradición y productos de la mejor calidad son en parte la mitad del secreto de una cocina que cada vez tiene más comensales a su mesa. ¿Y la otra mitad? se preguntarán. La otra mitad, como es costumbre en estas tierras, la ponen las “meigas” porque ya se sabe lo que dicen “habelas hailas”.
La calidad de las materias primas que se utilizan en la elaboración de cada plato es el ingrediente esencial que nunca falta en la dieta gallega. Mucho tiene que ver en ello el incomparable marco natural en el que se encuadra Galicia que sirve como el caldo de cultivo ideal para que tanto los productos del mar como los que se obtienen de la agricultura y la ganadería consigan agradar a los paladares más exquisitos y a los estómagos más exigentes.
“Queso de tetilla”, famoso en todo el país por su silueta picarona pero no menos por su intenso y cremoso sabor; “Empanada gallega”, producto típico donde los halla; “Pimientos de Padrón” fieles al grito que los hizo grandes “unhos pican e outros non”; “Lacón con grelos” curiosa mezcla de la mejor carne de cerdo con los brotes más tiernos de las hortalizas de la huerta gallega; “Pulpo con cachelos” sin duda la mejor interpretación de cómo se debe preparar este manjar en su punto de sal. Estos son solo algunos de los platos más reconocidos de la cocina gallega. No en vano son ellos quienes ponen en alza el dicho aquel de “Galicia Calidade”.
Una innumerable retahíla de mariscos como las nécoras o los percebes, vinos bien reconocidos en todo el territorio español como los Albariños o los Ribeiros y una deliciosa repostería compuesta entre otros dulces por las filloas (tortas), los melindres o la compostelana “Tarta de Santiago” completan una gastronomía de alta alcurnia capaz de hacer las delicias de cualquier buen comedor. Y que me dicen del auténtico “orujo de Galicia”, que mejor condimento puede haber para facilitar las arduas labores de la digestión tras una opulenta comida, que una buena “queimada” que ahuyente a los malos augurios de la Santa Compaña entonando conjuros inolvidables que rezan aquello de “Mouchos, curuxas, sapos e bruxas…”.
Este es así, groso modo, un pequeño trazo en el amplio lienzo de la cocina gallega. Pero no solo estos manjares se relegan a aquel pequeño rincón del noroeste peninsular sino que también en el cosmopolita Madrid hay lugar para la degustación del sabor más peculiar de las artes culinarias “galegas”. Buena muestra de ellos son el “Restaurante María Pita” situado en la C/ Orense Nº 70 que tiene como especialidad la preparación de mariscos o el “Restaurante A´Trapallada” ubicado en el Paseo de las Acacias Nº 12, con una amplia represtación en sus cartas de todos los productos gallegos. “Mesón das Meigas”, “Restaurante Orixe” o “Anduriña” son junto a ellos, solo algunos de los muchos mesones y restaurantes madrileños en donde la cocina gallega vuelve una vez más a reinventarse a si misma.
En definitiva ya sea por gula o por placer, comer y comer bien no deja de ser un festival de sensaciones para los cinco sentidos. Bo proveito.
Artículo publicado en el periódico universitario El Relevo de la Facultad de Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid)
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Junio 2007
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