15 enero 2008

Adictos al vicio de los demás

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El tabaco es la principal causa de muertes evitables en todo el mundo. Cerca de cuatro millones de personas mueren al año, como consecuencia del tabaquismo, o lo que es lo mismo, una persona cada ocho segundos. Los fumadores pasivos son los principales afectados por un hábito que no les pertenece pero que sufren en sus propias carnes.

Tanto el fumador pasivo como el activo asumen numerosos riesgos, pero es el primero el que está expuesto a un mayor peligro. El fumador dispone, al menos, de la separación del filtro del cigarrillo que lo aparta de algunas sustancias nocivas, en cambio el pasivo no cuenta con ninguna protección y absorbe directamente las sustancias que llegan a su organismo en estado puro. Además, pese a la creencia generalizada, los productos tóxicos que porta el tabaco no se alojan necesariamente en los pulmones sino que viajan por la circulación y se reparten por todos los órganos del cuerpo. Los daños, que se sufren a largo plazo, son, en muchos casos, irreversibles.

Según la Organización Mundial de la Salud, unos 200.000 trabajadores mueren anualmente por la exposición al humo del tabaco en el trabajo, mientras que unos 700 millones de niños, alrededor de la mitad del total del mundo, respiran aire contaminado por los cigarrillos que les rodean. Circunstancia que sufren, en la mayoría de los casos, dentro de su entorno familiar.

Aunque el número de fumadores ha disminuido en líneas generales en muchas regiones del planeta, el humo pernicioso del tabaco todavía reclama muchas vidas. En el continente europeo hay cerca 230 millones de fumadores. En Latinoamérica y el Caribe superan los 100 millones. Son incontables los padecimientos provocados por esta causa innecesaria lo que hará que, con estas cifras, 500 millones de personas que hoy están vivas mueran por enfermedades derivadas de su adicción y del “humo de segunda mano”.

El mundo en el que vivimos es una constante paradoja, casi siempre inexplicable. El tabaquismo es la epidemia que más vidas se lleva, más que el sida o que las guerras pero es tolerada y fomentada por la mayor parte de los gobiernos que ven en el impuesto sobre sus ventas una manera más de engordar sus arcas. Mientras tanto, si continúa el hábito de consumo actual se estima que para el año 2020 el número de muertes llegue a los diez millones de personas.

En los últimos años muchos países han aprobado leyes antitabaco para tratar de establecer una convivencia de respeto entre fumadores y no fumadores. A pesar de ello, en el ámbito laboral y en los espacios de acceso público los más perjudicados siguen siendo aquellos que, por obligación, han escogido el olor, el sabor y la insalubridad del vicio de los demás. El incumplimiento de la ley en algunas ocasiones, la insolencia de unos y la intolerancia de otros han creado un ambiente de crispación en torno a esta disyuntiva.

Ahora en algunos países, sobre todo europeos, la normativa se ha endurecido hasta el punto de extender la prohibición de fumar a todos los lugares públicos. Es la línea que han seguido Irlanda, Reino Unido, Italia o, este año, Francia, Alemania, Portugal y Turquía en donde también se han puesto restricciones. Quizás una legislación menos flexible sea un impulso, no el único, para lograr que el reloj de la vida se detenga y deje de perder entre cinco y siete minutos por cada cigarrillo. El resto está en la voluntad de todos y en el respeto común.

Aunque la dependencia del tabaco está clasificada dentro del grupo de enfermedades mentales y alteraciones del comportamiento, según la “Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS”, dejar de fumar es posible. El verdadero problema está en como dejar de fumar de manera pasiva. Este es uno de los grandes retos de la humanidad para el futuro.

Un siglo después de conocer, a ciencia cierta, que el tabaco es el causante directo de muchas enfermedades y en clara alusión a las palabras que, en su día, pronunció Martin Luther King podemos decir que “hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido, después de todo, que el tabaco puede matar”.

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Centro de Colaboraciones Solidarias. Universidad Complutense de Madrid.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Así que escribiendo en el blog de Eduardo Madina eh Gallego!!!

Anónimo dijo...

GALLEGO: TIENES FUEGO???JAJAJAJ
Te escribo para saludarte campeón... Algún día espero que te acuerdes de aquellos reportajes que hacíamos para EL RELEVO... ahora ya me has cambiado por Nacho...jajajaj
Cuidate, un saludo...

iketius@hotmail.com dijo...

Yo lo dejo este año...
Bicos!

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