19 marzo 2009

POR UN PERIODISMO COMPROMETIDO

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II Jornadas de Comunicación y Desarrollo
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En los tiempos que corren no es fácil hablar de buenas prácticas periodísticas cuando los medios de comunicación nos muestran, con demasiada frecuencia, malas copias de aquello que los profesores se afanan en contar en las facultades que debería ser el periodismo riguroso y objetivo que ensalzan los manuales. Mientras tanto, los periodistas del mañana siguen montando corrillos en cada cambio de clase para intercambiar siempre las mismas frases decaídas de “no hay trabajo” y “cuando termine me dedicaré a otra cosa”. Aún así, hay visos de esperanza en una profesión terriblemente denostada en la que todavía quedan voces capaces de reavivar, en los estudiantes, la inquietud y la pasión que les produce el periodismo.
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En el marco de las “Jornadas de Comunicación y Desarrollo” que por segundo año consecutivo ha organizado la ONG Solidarios en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, se han escuchado, en primicia, los testimonios de dos de las periodistas más reconocidas de nuestro país y por ende dos de las voces más interesantes y preparadas para entonar el discurso del buen periodismo hecho desde el compromiso. Rosa María Calaf, 63 años, y Ana Pastor, 31, son dos de las máximas representantes de dos generaciones de mujeres periodistas que han hecho del ejercicio de su trabajo, desde las redacciones o desde el lugar de la noticia, un auténtico modo de vida.
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A punto de jubilarse y con una larga y brillante trayectoria a su espalda como corresponsal de TVE1 en ciudades tan dispares como Moscú, Nueva York, Viena, Roma o Buenos Aires, Rosa María Calaf reflexiona sobre el exceso de información en la actualidad. La “constante repetición de lo mismo” ha ocupado el espacio de los medios superponiéndose al análisis y ahogando la multiplicidad de perspectivas sobre la realidad de los acontecimientos. El anhelo por la inmediatez y la lucha encarnizada de las cámaras por llegar las primeras han terminado por mercantilizar un oficio para el que Kapúscínski dijo alguna vez que los cínicos no servían.
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Con la tranquilidad que da la experiencia y con los galones de ser la corresponsal más veterana de la televisión pública para la que todavía sigue trabajando, ahora desde Hong Kong, Calaf quiso delimitar la diferencia existente entre lo urgente y lo importante, conceptos que muchas veces se confunden a favor de los intereses empresariales de los grupos de comunicación. “En el periodismo de hoy en día hay muertos de primera y muertos de tercera. No existen los muertos de tercera. Existe una distorsión absoluta de los que deberían ser los principios éticos que rigen esta profesión”, resaltó la comunicadora catalana cuestionando también la tendencia de los medios a bombardear al espectador con imágenes desoladoras que despiertan en ellos una “solidaridad efímera” que desaparece con la llegada de una nueva catástrofe. “Tres años después del Tsunami de Indonesia, ¿Quién se pregunta hoy que ha pasado con los damnificados?”, apostilló el pelo rojo más famoso de la televisión.
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Por su parte, Ana Pastor, una de las caras más reconocidas de la pequeña pantalla desde su llegada en 2006, habló principalmente de honestidad. “No se trata de que seamos objetivos sino honestos. La equidistancia está haciendo mucho daño al periodismo”, afirmó la presentadora de 59 segundos, circunstancia profesional que considera anecdótica en su vida y con la que disfruta cada día porque si hay algo que apasiona de verdad a Ana Pastor, eso es la política. “La política lo es todo. Desde que me levanto hasta que me acuesto no puedo quitarme la chaqueta de periodista”.
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La madrileña, especialmente sensible con las situaciones precarias de los países africanos, viaja siempre que puede a Níger para “oler la miseria de uno de los mundos que habitan este mundo y que mucha gente no quiere ver”. Es su manera de entender una profesión a la que se dedica en cuerpo y alma, las 24 horas del día. A pesar de las dificultades que entraña el panorama internacional, quiso dejar patente, en su intervención, un mensaje de esperanza y optimismo: “Quizás las nuevas generaciones seamos las más apolíticas de la historia pero también somos las más comprometidas”. Para ella, la única forma de desempeñar con criterio esta profesión es “siendo buena persona y no dejar que nos engañen. Ante la duda, periodismo”.
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Rosa María Calaf y Ana Pastor son, en definitiva, dos periodistas que se admiran, dos cosmovisiones que mantienen un mismo sueño por el que luchar y que parte de la misma vocación de ser intermediarias entre las realidades sociales que existen en el mundo y de las que muchas veces no somos conscientes. Como se dijo en algún momento del diálogo que se mantuvo tras las intervenciones de las ponentes más allá de “no perder el norte” lo que no deberíamos nunca es “perder el sur”.
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El esfuerzo y el trabajo diario es el punto de unión entre dos generaciones distintas que caminan hacia las mismas metas y que persiguen los mismos objetivos. Hacer periodismo con dignidad y compromiso no parece una utopía imposible desde las voces y el saber hacer de dos periodistas de mundo que han querido compartir su experiencia y su palabra con una sala repleta de estudiantes, de periodistas en potencia, que a buen seguro han visto en sus caras la mirada crítica y honesta que ellos querrán para sí el día de mañana.
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