12 abril 2008

El gen de la discordia

-
Un único e insignificante gen de los más de 30 millones que componen al genoma humano ha sido el causante del sufrimiento de miles de personas. Esta es una de las muchas lecturas que se podrían extraer de un reciente estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén que determina la probabilidad de que los dictadores más despreciables en la Historia de la humanidad compartan ciertas características en un gen determinado.

La secuencia de ADN a la que se refieren estos estudiosos es el gen AVRP1 que, como ya se descubrió en 2005, posibilita que una hormona llamada vasopresina actúe sobre las células cerebrales. Esta hormona está asociada a la creación de vínculos sociales y afectivos, lo que significa que cuanta más cantidad de vasopresina concentre una persona, mayor será su tendencia a la generosidad y al altruismo con los demás. El caso contrario se produce cuando en los centros de recompensa de sus cerebros se genera poco placer ante las acciones de este tipo.

La razón por la que déspotas incalificables como Hitler, Mussoloni, Pinochet, Mobutu o Franco hayan desarrollado un grado tan alto de egoísmo y crueldad hacía sus súbditos está en la longitud, más corta de lo normal, de sus genes AVRP1 lo que afectó irremediablemente a su conducta futura en el poder.

Para llegar a esta conclusión, los descubridores de la función de este gen en el comportamiento de los tiranos, diseñaron un experimento económico que llamaron “El juego del dictador”. El ejercicio, desarrollado con 203 estudiantes portadores de este genotipo en sus diferentes versiones, consistió en repartir una cantidad de dinero entre ellos y comprobar si se repetían ciertas particularidades genéticas en quienes estaban menos dispuestos a compartir. El resultado no dejó lugar a dudas: el genoma AVRP1 es “el gen egoísta”.

Richard Ebstein, director de esta investigación, añade que aunque los resultados de este estudio no determinan que la longitud del gen esté directamente relacionada con la ambición y la avaricia si sugieren que existen lazos comunes. Un ejemplo claro es la fortuna que amasó Sadam Hussein con el petróleo o la que colma las arcas privadas del presidente guineano Teodoro Obiang, también gracias al oro negro. En ambos casos las poblaciones sobre las que gobernaban malvivían en la más completa miseria. ¿Es entonces un simple gen el causante de tanta desgracia?

Otros científicos no lo tienen tan claro. Nicholas Bardsley, profesor de la Universidad de Southampton (Reino Unido), discrepa con los resultados de este estudio publicados en la revista “Genes, Brain and Behaviour” de este mes. Bardsley recuerda que hay dictadores que despilfarran el dinero sin miramientos entre las personas de su entorno mientras que por otro lado podrían someter al resto de los ciudadanos del estado a condiciones de extrema pobreza.

El psicólogo español Iñaqui Piñuel, autor entre otros de un libro sobre la perversión del poder (Mi jefe es un psicópata), es aun más tajante y considera que no se debe reducir todo a las anomalías de la información genética. “Puede que en la personalidad de los dictadores haya una base genética, pero tiene que estar influida por las experiencias tempranas de su infancia para que tenga lugar esa transformación en un psicópata” señalaba la semana pasada al diario El Mundo.

Quizás la respuesta más adecuada para esta disyuntiva pase por admitir la interrelación de diversos factores que influyen drásticamente en el desarrollo emocional y afectivo del ser humano. Se suele aceptar entre los entendidos, como hemos visto más arriba, que la herencia genética, que es innegable a cada uno, y el entorno político, social y económico que componen los primeros años de vida de una persona son las bases que sustentarán su crecimiento y su evolución posterior. Aún así y a pesar de los grandes progresos de la ciencia en la secuenciación del genoma humano y en la tipificación de los grupos sociales, tratar de explicar como y por qué una persona puede llegar a convertirse en un dictador es algo que está todavía muy lejos del alcance de las investigaciones científicas y mucho más del entendimiento. No siempre la ciencia tiene respuestas para todo.

Centro de Colaboraciones Solidarias. Universidad Complutense de Madrid.
-

1 comentarios:

Alejandro Marcos Ortega dijo...

Yo no creo que los genes determinen 100% los comportamientos de nosotros, pero si que hacen mucho.
Es como lo que se dice de la homosexualidad. Un gays e hace o se nace? pues creo que es algo parecido, que todo depende...

Publicar un comentario

 

© 2009DE VIAJE POR LOS UNIVERSOS PERDIDOS DE ITACA | diseño Miriam Rodríguez Seoane