15 abril 2008

Aquellos maravillosos años

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Con el paso del tiempo parece que la vida pasa más y más de prisa. Antes, cuando eramos niños deseábamos como nadie cumplir 15 años para regresar a casa más tarde de las ocho y esperábamos con impaciencia los primeros pelos de una barba todavía hoy poco poblada en la mayor parte de los casos, o al menos, en el mío propio.-No hace mucho, unas marcas de tiza en la pared mostraban cuanto habíamos crecido desde el verano anterior y darle un beso en la mejilla a una chica, era algo poco menos que asqueroso.
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Los tiempos han cambiado...y tanto que han cambiado. Llenarse de barro hasta las cejas ya no es tan divertido y aquello que parecía asqueroso y ruborizaba al más pintado se ha convertido en un dulce de ambrosía. Nos hemos hecho mayores, pero ¿para qué?
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Media vida hemos estado con el ceño fruncido, de morros hacía el reloj para que las manijas enloquecieran de una vez y girasen más y más deprisa para que en casa nos tratasen como adultos y la raya de lado que cada mañana pintaba mamá en nuestras cabecitas de niños buenos se convirtiesen, al fin, en los flequillos y tirabuzones rebeldes de los chicos que van al instituto. En un abrir y cerrar de ojos aquellos años pasaron, en los que un día sin saber como dejamos de ser fieles al sueño genial de Peter Pan por dejar que nos embaucasen las modas pasajeras de una juventud cansada de esperar.
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Hoy muchos de aquellos niños, seguimos estudiando, otros ya trabajando y algunos, aunque pocos, tienen ya un firme proyecto de vida para el futuro. Somos todo aquello que siempre habíamos querido ser, pero aún así a veces seguimos mirando de reojo a ese reloj traicionero y pensamos en tener, dentro de unos años, un buen trabajo y en conducir un coche potente...pero, ¿Cuando hemos dejado de ser niños?
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Es una pregunta díficil. Quizás la respuesta pase por no mirar tanto el reloj y olvidarse un poco del tiempo y de la hora que organiza nuestra existencia. Pensar, tal vez, solo en vivir y en disfrutar de cada segundo como si fuese el último. Pero el odioso tic-tac sigue resonando en nuestra conciencia...
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Al fin y al cabo llegar tarde no es tan malo si el camino largo mereció la pena. Se lo dice un impuntual sin remedio.
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¡Que complicado es conformarse con lo que uno tiene! siempre hay algo que, ahora, no funciona pero que cambiará cuando "seamos mayores". Pero, saben que les digo, y les trato de usted porque ya somos "adultos".... les digo, decía, que yo de mayor quiero ser... niño otra vez!
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3 comentarios:

Alejandro Marcos Ortega dijo...

Un post muy bonito y entrañable. Me alegra que hayas retomado con ganas el blog, aunque sé lo mucho que te cuesta por motivos de horario.
Yo sé cuando he dejado de ser un niño: Nunca! Y es algo que tengo muy claro, para determinadas cosas es mejor ser como un niño. Mi madurez camina de la mano con el niño que fui, nunca he pretendido echarlo de mi vida cuando crecí, solo hacerle un hueco en el que pueda jugar de vez en cuando.
Seguid mi consejo...

Unknown dijo...

jo davidddd me ha encantado :)

justo ayer actualicé yo en mi fotolog con la misma frase!!!aquellos maravillosos años en los q no teniamos preocupaciones...
todo era facil!!
yo de mayor tambien quiero ser niña otra vez
aunq bueno....madurar tambien tendra sus cosas buenas,nuevos puntos de vista...pero yo soy mas de "el mundo de nunca jamas"
un besitoooooooooooooooooo

Sigrid dijo...

Aquellos años en los que solo te preocupaba no llegar a tiempo a Iberlingua, en los que pintabas tus deberes y los colgabas en clase.
Esos años gamberros en los que pintaste un corazon en un muro con dos nombres dentro.
Un tiempo en el que la marca OJE imperaba en nuestros corazones.
Una chica en tu litera en un tren rumbo a barcelona, mientras le acariciabas el pelo.
Cosas que no se olvidan.

Aunque hayas crecido la gente te añora. Pocos lo demuestran, pero serás siempre la persona que todos kisimos imitar por tu dulzura y lealtad.

Por mucho que pasen los años, Ganchiño serás y grande como tu solo.

Un abrazo desde Galicia.
(a ver se algún día escribes un mail ou algo eh)

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