26 octubre 2008

Al fin el tiempo se deja atrapar

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Las tornas han cambiado. Esta noche el tiempo se detendrá durante una hora. Por fin los soñadores tendrán (o tendremos si se tercia) para sí sesenta minutos de libertad comprimida en los que poder romper los barrotes de la realidad y volar libremente por las nubes de papel maché que se dibujan en sus ensoñaciones de almohada. En un descuido en cadena de todos los relojes del universo los números se han vuelto locos provocando un error en la irremediable y constante suma de segundos. Por una vez, la cuenta no sale, una más en tiempos de crisis, y el continuum espacio-tiempo pierde la partida en favor de los pobres de espiritu. No siempre gana la banca y menos, recalco, en época de vacas flacas.

De modo que esta madrugada cuando sean las tres volverán a ser las dos. Una hora de la que no hay que rendir cuentas ante el tribunal del tiempo perdido y en la que se pueden hacer cosas increibles, siempre y cuando, uno sepa aprovecharla como es debido.

- ¿Qué haría usted en una hora?, dice una bronca, profunda y llena de matices voz en off que parece venir del cielo (la de Constantino Romero sería un gran ejemplo)

- Yo...eh...mmm, no se. Quizás dormir un poco más por la mañana, responde titubeante un hilo de voz suave que se escucha a lo lejos en la medianía.

Craso error, amigo lector. ¿Cuantas batallas se habrán perdido en la antigüedad por culpa de las emboscadas de las sabanas traicioneras?

- Aprovecha esa hora de más para calentar el alma y trata de buscar respuestas sencillas para preguntas sencillas - ¿Cuantas cosas caben en una hora? -, replica la voz profunda que emergía de las nubes de papel de colores que decoran el techo de nuestras habitaciones.

No soy muy dado a hacer caso de voces que aparecen de la nada pero esta noche haré una excepción y cuando sean las dos habrá una luz prendida en mi mesilla y una cuenta a punto de empezar.

Buenas noches!

PD: Que mide el tiempo sino movimiento...esta noche nos regala una hora de ventaja en la que el despertador corre a nuestro favor.
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25 octubre 2008

Literatura en cada lavabo

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Las musas no siempre llegan en los momentos más adecuados. Hay situaciones en las que la mayoría hubiese preferido quedarse a solas con su intimidad y contarle a ella, solo a ella, las inquietudes encerradas en lo más profundo de sus fantasías, prohibidas para el resto de los comunes. Otros, poetas atrevidos, filósofos audaces, escritores en ciernes, comensales descompuestos o simplemente individuos aliviados encuentran en ese espacio reducido, personal y extravagante el lugar idóneo para dar rienda suelta al galope de sus plumas expectantes y deseoasas de contarle al mundo aquello que solo se puede contar desde el atril (vease puerta, azulejo u otros enseres del excusado) que proporciona el único recoveco del universo en el que uno puede ser uno mismo sin necesidad de antifaces ni paños calientes.

La inspiración aparece, suscriben los libros, en contextos inesperados en los que el autor añade sobre la tinta lo mejor de su ser con el afan de compartir sus pensamientos, perspectivas o sentencias con otros que más tarde leeran con entrega y compromiso su creación sobre el lienzo improvisado de la pared.

Mientras desde el furibundo torbellino de ideas deshechadas que se van por el retrete se observa, allá en lo alto, las composiciones poéticas más estremecedoras, la crítica política más desgarrada y como no los despropositos más infundados que permaneceran para siempre en la memoria y en el imaginario colectivo de todos cuantos en algún momento han puesto todo su esfuerzo, no solo en sus nalgas, sino también en el recuerdo de los que antes se han dejado llevar por el frangante aroma de las musas en su afán por contar lo que no está escrito mas que en los resquicios inocentes de cada lavabo.
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PD: Mis más sinceras excusas para todos aquellos que se hayan visto ofendidos por romper con esta oda a los escritores frustrados el encuentro mágico que solo los baños nos dan con nosotros mismos. En mi favor diré, que nos os queda otra que disculparme porque lo dicho ha sido escrito, en previsión, desde un excusado.

Atentamente:

Un escritor frustrado
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