07 junio 2008

Palabras en la inmensidad

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Pasan y pasan los días y el descansillo de los cobardes sigue lleno de sueños rotos. Sentado en un escalón torcido de una escalera que no lleva a ninguna parte, sigo esperando a que alguien me diga porque demonios hoy tampoco tuve agallas para decirselo. "No pasa nada". "Mañana se lo digo".
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Y así día tras día. "La próxima vez, no se me puede escapar". Pero la próxima vez no es más que un calco repetido de la primera y ésta una mala copia de la última vez en que llegué el último en la carrera de la valentía. Y todo por ser un cobarde, escondido en una escalera de caracol que da vueltas y vueltas alrededor de la conciencia, para terminar siempre, en el mismo escalón torcido en el que se detienen todos los pusilánimes inseguros.
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Puede que sea verdad que la eternidad también tenga un límite en algún lugar o en algún instante. Entonces, debo darme prisa. Se que algún día por desgracia, será demasiado tarde para volver, a sentarme y contar las letras necesarias que habrían hecho que todo fuese diferente. Casi siempre la cuenta perfecta sale con dos palabras. Simplemente dos vocablos habrían sido suficientes para cambiar el mundo de haber sido pronunciadas en el momento justo y por la persona adecuada. Pero la irreverente impuntualidad de las palabras sigue destrozando ilusiones que mueren antes de ser concebidas.

Sueño con un día en el que, aunque sea necesario revolver el orden confuso de toda la inmesidad y dejarlo patas arriba, quizás encuentre las palabras exactas (mágicas) que necesito para romper con esta espera interminable de silencio en la escalera. Y entonces me decidiré por fin. Me levantaré, me tropezaré en el último escalón y después de olvidar por un instante que soy un cobarde y de sentirme realmente estupido, justo antes de salir corriendo ... entonces cogeré aire ... y temblando se lo diré con solo dos palabras.

Espero que para entonces, no sea demasiado tarde. La eternidad no puede esperar.
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02 junio 2008

La ruta natural

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Este domingo que ya se termina, tuvo para mí una tarde muy agradable y en compañía. Mi hermanita, esa a la que tanto quiero y necesito y a la que tan pocas veces se lo digo o se lo demuestro, estuvo conmigo. Entre melodías italianas y viejos recuerdos pasamos una tarde tranquila y con sabor a capuccino, viendo como al otro lado de la ventana en este mes junio veraniego sigue lloviendo.

Como siempre de esa imaginación desbordante que la caracteriza surgieron muchas y variadas recomendaciones que no dejan de sorprenderme. Sobre todo una. Un cortometraje genial que en 10 minutos consigue tirar por la borda cientos de años de investigaciones y creencias populares para establecer que, al final, el ritmo de la vida estaba equivocado. ¡Estábamos todos locos!

El corto en cuestión se tiutla, "La ruta natural", y puedo decir con orgullo que el personaje principal se llama como yo, bueno en realidad al revés que yo: Divad. Se trata de un film de Alex Pastor con el que ganó el Festival de Sundance en el año 2006. Una verdadera obra de arte.

En esta pequeña historia la vida funciona totalmente al contrario de lo que conocemos y a lo mejor es así como debería de ser ¿por qué no? Una vida en la que en lugar de robarnos la cartera nos metiesen de vez en cuando unos cuantos billetes en el bolsillo trasero ¿pero para que serviría el dinero, entonces? Cubos de basura que en vez de recoger desperdicios, nos proporcionasen en cada ocasión aquello que necesitásemos, ¿A caso no sería una vida mejor? Guerras que dan vida y enfermedades que siempre se curan...

Una vida en la que, a medida que pasan los años, en lugar de ir perdiendo algunas facultades de viejitos las fuésemos recuperando poco a poco hasta volver de nuevo a la niñez. Tartas con menos velas en cada cumpleaños. Rostros con menos arrugas. En fin, una vida del revés en la que por fortuna o por desgracia siempre hay un mismo final en el que todo desaparece y solo quedan los recuerdos de lo que ya pasó. Un buen ejemplo es el título mismo de este cortometraje extraordinario que resulta lo mismo leerlo de derecha a izquierda que de izquierda a derecha "La ruta natural".

Depués de todo, el ser humano es una máquina excepcional de la que todavía nos queda mucho por aprender y descrubir. Independientemente del velo de ignorancia que nos envuelve, la vida seguirá siendo bella e irrepetible ya sea de atrás para adelante o viceversa. La ruta marcada está para romperla. Lejos de las desgastadas preguntas existenciales de a donde vamos o de donde venimos, lo que siempre importa es ese tiempo maravilloso que hay entre el principio y el fin en el que estás tu y en el que estoy yo. Ese periodo de incertidumbre en el que todo parece tener sentido y en el que nos hemos conocido creyendo que el tiempo se sucede en la dirección correcta. Al menos eso es...lo que nos han dicho.

"Sueño con un mundo al revés, un mundo marcha atrás"
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